Si el jefe no tiene estas cualidades, todos sus colaboradores, consultores, por muy preparados que estén o por  muy hábiles que sean,  no podrán ayudarle.

Cada uno de ellos sólo tiene una visión parcial y, en la mejor de las hipótesis, hace que funcione bien su área de responsabilidad. Un mal jefe no sabe elegir a sus colaboradores y, muchas veces, se confía de la opinión de los amigos de su entorno que, son como él, personas inadecuadas.

Nosotros nos referimos siempre al “Jefe” como una persona individual. ¿Qué sucede si no hay una persona que añade en si todas estas cualidades? No hay nada que hacer o en cambio, es posible una dirección colegial, un liderato de grupo? Sí, es posible.

Ocurre en algunas empresas familiares cuyos miembros se valoran recíprocamente. Pero también puede ocurrir cuando en una empresa se forma un pequeño grupo armónico, que comparte los mismos valores, el mismo objetivo, en la cual, cada uno cada dice hasta el final lo que piensa, estando seguro que los demás, le considerarán y valorarán. Luego eligen a uno de ellos para organizarse y trabajar con regularidad.

Quien conduce una empresa tiene que saber hacer un trabajo de equipo.

Elasticidad, ductilidad, palabras que habitualmente no ponemos en relación con la empresa, pero que, sin embargo, son importantes en una época de cambio. La empresa por su naturaleza afronta cotidianamente el riesgo, cambios de los mercados y tienen que poner continuamente a punto su táctica y muchas veces su estrategia. Una tarea cada día más compleja por la aceleración de la revolución electrónica, y en especial para aquellas empresas que ensamblan producciones hechas en Países diferentes y venden sus productos en un mercado global.

El continúo cambio y la rapidez de decisión necesita que, quien se encuentra en la cumbre esté preparado para valorar las señales de cambio. Ningún empresario, aunque dedique todo su tiempo, puede enfrentar solo este continuo desafío. Necesita que sus estrechos colaboradores estén constantemente en contacto con él para recibir y para dar informaciones y que sepan reaccionar con rapidez. Los resultados sólo son posibles si la cúspide de la empresa está formada por un equipo en el que, cada colaborador, tiene una precisa función, pero todos saben que están haciendo los demás, mantienen una estrecha relación entre ellos y trabajan como un equipo en el que el objetivo es sólo, alcanzar el mejor resultado. El jefe celebrará reuniones en las que informará a todos y los demás miembros del equipo, referirán su trabajo y dirán su parecer.

Pero no basta, la empresa necesita que los miembros del equipo tengan una confianza sincera, consideración de sus compañeros, conozcan que cosas están haciendo, que tengan toda la información que necesiten y puedan ser aconsejados sin que nadie se sienta empequeñecido por ello. El grupo dirigente tiene que ser una comunidad solidaria de amigos desdoblada hacia una meta.

“Ten siempre en tu mente a Ítaca.  Llegar ahí es tu destino.”“…Ítaca te ha dado el bello viaje…”

Sería bueno que, de vez en cuando, nos acordásemos de “Ítaca”.